El hombre del parque

|
Ayer decidí bajarme al parque con un libro, y echar allí el día con la perra. Al cabo de un par de horas, pasó delante de mí un hombre al que veo allí cada mañana, sentado leyendo el periódico. Al verle pasar, no levanté la vista del libro, ya que jamás me saluda, y continué leyendo, parando a veces para lanzarle la pelota a mi perra. Al rato, se me acercó una pareja, y la chica se puso a acariciar a B, mientras me explicaba por qué su novio se quedaba detrás, muerto de miedo: "es que en la India creen que los ladrones se reencarnan en perros, por eso le da pánico", y continuaron su paseo. Al cabo de un buen rato, el hombre caminó hacia mí, y me extrañó ver que se paraba demasiado cerca, aunque sin mirarme, y trasteaba con su teléfono móvil. Entonces me fijé en que su aspecto era desastroso. Me sorprendió que nunca me hubiera fijando antes, ya que desde hace muchos años paseo al perro durante una hora cada mañana por allí, y la mayoría de los días es la única persona con la que me encuentro. Era mucho más delgado de lo que nunca me había parecido, y la ropa le quedaba enorme, como si hubiera perdido de ponto mucho peso. Tenía las uñas de las manos negras, llevaba unos botines de piel muy viejos, abiertos y sin cordones, y la piel muy morena, supuse que por tantas horas que pasaba al día allí, al aire libre. Yo disimulaba sentada con el libro abierto, haciendo que no reparaba en él, hasta que comenzó a acariciar a B y me preguntó su raza. Le contesté deseando que terminara allí ya conversación, ya que empezaba a sentirme incómoda, y no quería establecer contacto con alguien al que veo en un parque vacío casi cada mañana. Entonces, dejó un folleto de aceites de oliva sobre el banco en el que estaba yo sentada, para que tengas algo que leer, me dijo, y siguió su camino. Me sorprendió lo absurdo de la frase, ya que yo tenía un libro entre las manos, y esperé a que se alejara. En seguida vi que de aquel librito sobresalía un folio escrito a mano, con una letra imposible, lo abrí, y era una carta. Me puse nerviosa. Busqué al hombre con la mirada y le vi alejarse hacia la salida de parque, pero me tuve que volver a sentar porque se dio la vuelta y me pilló mirando. Yo quería hacerle pensar que no había visto la carta. Comencé a disimular, a jugar con B, y cuando el hombre desapareció detrás de unos árboles, guardé la carta en mi bolso, dejé el folleto sobre el banco, y comencé a caminar hacia la salida del parque. Entonces me di cuenta de que el hombre había dado la vuelta por fuera y entraba por la otra salida. Caminaba con prisa hacia el banco, supongo que para ver si yo me había llevado la carta, y cuando por fin subí las escaleras para llegar a la calle, conseguí ver cómo aceleraba el paso, ya que dos chicos habían encontrado el folleto y lo sostenían entre las manos. Llegué a casa y comencé a leer la carta:

Madrid, 15-Noviembre-2009.
Estimada Sra. o Srita. no tengo el gusto de saber su entorno. Pero me es igual. Te conozco y perdona que te tutee pero al Sabatini vengo hace mil años, y que casualidad La Dama, Mujer, Titi o Preciosidad que viene aquí tú.
Usted y yo seríamos una pareja casi ideal (...)
A partir de aquí hay muchas frases incomprensibles, pero más o menos parece que viene a contarme que es jubilado desde el 20-6-2009, en qué han consistido sus diferentes trabajos, las fechas, y que cobra dos pensiones. En ese batiburrillo aparecen frases como "y tú me tienes loco desde el primer día que cosa bonita que se te quiere un montón", y una firma ilegible. Y sigue detrás:
Por los años que te veo que te oservo (las faltas de ortografía y puntuación son suyas) y que te miro me haces soñar como un tonto y pensar que estoy contigo.

Valiente decidete y yo te lo premiare.
Y después un poema en el que me llama "Morenita", "Cariñito", y sigue "me gustas un mogollón", "a mi tu me ha ces sufrir" , "Si me dieras una sola oportunidad estoy falto de cariño y te quiero Morenaza que de eso tengo un prestigio, las chicas, los amores mozos o lo que quieras pensar pero tu me gustas mucho mas"...

Me sentí llena de rabia, invadida, observada. De pronto ahora tendría que cambiar mis paseos, mi rutina, mi parque... Decidí no dedicarle más tiempo, y me fui a la calle a ver gente. Al volver, continué con mi libro, y de pronto me di cuenta de que uno de los personajes era muy parecido. Era como si la lectura de ese libro fuera una prolongación de lo que me había ocurrido, o si mi percance con ese hombre fuera parte de la narración. En el último capítulo, ese personaje hace algo enfermizo, bastante parecido además a lo que a mí me había sucedido. Con la sola diferencia de que aquí, la sensación desagradable no lo es tanto porque termina en cuanto decides cerrarlo. Me gustan las historias perversas. El libro me ha encantado. Pero hubiera preferido que el hombre del parque nunca se me hubiera acercado.

8 comentarios:

Percival H. Fawcett dijo...

Supongo que la sensación es parecida a la de quien ve asomar por la esquina al monstruo con el que soñó la noche anterior ....


Cuidaos , de todos modos ...

almu dijo...

sip

Freak dijo...

Es inquietante, lo sé, pero pecando de ingenua... Igual se ha enamorado de veras, mira qué tierno con la carta... A no ser que sea una carta "tipo" que ya tiene hecha. De momento no ha faltado al respeto ni a las distancias.
Hombre, espero que no pase nada pero igual no tiene mala fe...

Besos, Almu.

Freak dijo...

Aunque claro, que vaya en serio o no a ti qué más te da si no le quieres ver ni de lejos...
Nada, a buscarse otra ruta, me temo.
Besos.

Ana Caína dijo...

Hum.

Me parece aterrador, pero eso sí: lo de la carta es un detalle que conmueve mi espíritu melodramático.Claro que en ningún melodrama llamaría Rock Hudson morenaza a nadie, y en la realidad mucho menos. Triste.

(Y por cierto, felicidades, has dejado el blog muy bonito)

Luis Montero dijo...

Qué hijoputa.

Unknown dijo...

Seguidores turbios, sólo en los blogs. Un saludo.

Unknown dijo...

Por eso no me acerco.Por perverso.

Publicar un comentario

pon algo, mujer