La noche en blanco

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Hoy en Madrid es la noche en blanco. Y he estado todo el día muy triste porque sabía que no iba a poder disfrutar de esta gran fiesta de la cultura. Menos mal que Ruíz Gallardón es, además de un gran alcalde, un melómano empedernido, y a los que nos hemos quedado en casa nos está deleitando una banda municipal que pasea por las calles del centro, tocando Paquito el chocolatero.

Y por fin...

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Llegó la hora.

¡Tachán!


La hora D.


La hora de sacar la ropa de entretiempo.




NOTA: mañana termina.

Alucinaciones

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A veces tengo alucinaciones. Me veo feliz y contenta, viviendo una vida organizada, con la casa limpia y los armarios ordenados. Entonces me desmayo.

Un día normal en la vida de una perra y su dueña

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Ahora mismo está tumbada en el balcón, indignada. Dos horas y media saltando y corriendo por el Parque del Oeste no le han parecido suficientes.

Yo, sin embargo, creo que voy a vomitar.

Agradecimientos

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Desde aquí, quiero agradecer a las siguientes personas, instituciones, lugares y conceptos, su inestimable ayuda, sin la cual, este enorme proyecto de tan enorme magnitud, no hubiera quedado igual, o no hubiera sido posible:

1. Al oleaje
2. Al resplandor del sol en los fríos días de invierno
3. A cafés La Estrella y todas sus versiones como marca blanca
4. A Smoking
5. A mi coche
6. Al Dude de "El Gran Lebobski"

Muchas gracias a todos. De verdad. Gracias.

Gratis

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He decidido regalarme a cualquiera, al primero que pase. Y éste ha sido un niño que no paraba de pellizcarme la frente mientras gritaba "¿En qué lado está la pegatina, madre?".

Ansiedad

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No quiero volver a tener ansiedad. No quiero vivir con un comentarista deportivo dentro.

Neruda

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"Confieso que he vivido", decía Pablo Neruda.


Yo sólo lo sospecho.

Vida placentera vs Lavadora

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Ayer pasé la tarde deshaciéndole nudos del pelo a mi perra, limpiándole las patas en busca de la causa de su nueva cojera. Sentada en el suelo, le fui recortando cuidadosamente las greñas que le crecen entre los dedos mientras ella me chupaba las manos. Después nos fuimos de paseo, hasta que llegamos a un parque y nos sentamos en un banco. Las dos mirando al frente, al horizonte, que se iba volviendo morado. Cuando vino un señor avisando de que cerraban, ya de noche, caminamos despacio de vuelta hacia casa. Entonces ella se tumbó al fresquito en el balcón, yo puse música clásica, encendí la lavadora, coloqué en el fuego un futuro puré de calabacín con parmesano, y me tumbé a leer una novela. Hasta que de pronto la lavadora pegó un gran salto, sonó un chispazo, se fue la luz, y mi perra se meó por todos lados.