Francis Ford Coppola entre tinieblas

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Érase una vez un tipo gordo y con acento italiano, que decidió hacer una peli a partir de un libro llamado El corazón de las tinieblas. Escrito por otro tipo llamado Conrad. Joseph Conrad. Un panorama triste donde los haya. Vamos, que la cosa no pintaba bien. O por lo menos, optimista. De buen rollo no iba, eso desde luego. Así que el italo-gordo le dice al productor ejecutivo un día: "Sí, hombre, y la llamamos... Apocalipsis". Y le dice el otro: "No me parece suficientemente rotundo". Y le contesta nuestro hombre: "Tienes razón. Porque tiene que ser como un: "¡Ya!", "¡Se acabó!"... Un.. un "Apocalipsis ¡NOW!".

después, desayunaron todos juntos.

Ni un segundo de silencio en el centro

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Esta mañana me tocaba grabar una serie de entrevistas en el centro de Madrid, así que he decidido ir andando. Como iba bien de tiempo, me he pasado por el nuevo intercambiador (menuda palabra, colega) de Sol, para ver la nueva cúpu
la. Bueno, pues no la he visto. Pero en su lugar había una especie de gusano gigante con un vientre desproporcionado, todo él de cristal. Parece como si el Centro Pompidou de París hubiera cagado en el puto centro neurálgico de la capital de España, y hubiera cagado blando.



El caso es que al cabo de un rato, he llegado a la Gran Vía. El semáforo estaba en rojo, así que me he fijado en unos obreros que estaban metidos en una zanja rodeada de vallas amarillas. De pronto, sudando a chorros, los os han parado, uno se ha quitado la gorra de la cabeza y ha empezado a abanicarse con ella, y el otro se ha pasado el brazo por la frente para parar la gotas que aparecían entre el pelo. Ninguno de los dos decía nada. Como si no se conocieran mucho. entonces uno ha mirado al otro, se ha puesto en jarras, y ha comentado muy serio:
- Pues... parece que se ha muerto Michael Jackson.



(Y que nadie me pregunte cómo he conseguido hacer ese texto, medio texto medio link, de ahí arriba)

Tarde de perros

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Hoy me he quedado a trabajar en casa para poder concentrarme. Así que cierro las compuertas de los balcones para que no entre el calor, enciendo el ventilador, y me siento frente al ordenador dispuesta a darlo todo. Entonces salta la alarma de un coche que está aparcado justo debajo. Su pitido constante me martillea el cerebro. En seguida se anima a protestar el perro del vecino del tercero. A continuación, el mío. Entonces sale alguien de una tienda despotricando porque con semejante guirigay, es imposible que nadie trabaje. Termina gritando improperios y cagándose en el alcalde. Entonces salen los dueños de la tienda de flores y, a carcajada limpia, se unen a las quejas de este hombre, y juntos forman un trío de poetas gritones que improvisan versos fáciles, ya que casi todo rima con Gallardón, y la cosa termina en un concurso de chistes soeces con bastante gracia, acompañados de aullidos de perros, risas de los transeuntes, la alarma del coche y algún que otro aplauso.

Posibilidades

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He decidido aprovechar al máximo todas las posibilidades que se me ofrecen. O mejor dicho. Si alguien se estira y me ofrece algo, que sepa que aquí estoy yo, esperando.

Sistemas de defensa

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Si todos los animales han desarrollado un sistema de defensa para poder sobrevivir, me falta por ver el documental que me cuente cuál es el del ser humano. Y que no me digan que es la inteligencia.

Una historia verdadera

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Mi perra, cuando estamos en casa, suele estar tumbada en el balcón. Y como el telefonillo no funciona, es la que avisa cuando llega mi hermano, ya que se levanta y se va corriendo a la puerta moviendo el rabo, en cuanto escucha el sonido de su moto.

El caso es que mi perra, con el tiempo, ha llegado a entender de motos. Antes se levantaba y se iba hacia la puerta cuando pasaba cualquiera, y ahora sabe distinguir entre una vespa normal , y una primavera.

Horóscopo

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Dice mi hiróscopo de hoy:

Se produce una elevación mental que lleva a la visión sintética de las cosas.

...

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Uno se pasa media vida tomando decisiones erróneas, y la otra media corrigiéndolas. Mientras tanto, hay que aguantarse con esa mieda de nómina.

En grupo

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He decidido convertirme en grupo y ahora vamos todas juntas. Es entretenido, la verdad. A veces me toca tomar la delantera, llevar el brazo en alto sujetando un paraguas rojo, para que el resto no nos perdamos, pero nos vamos turnando. Subir en ascensor es todo un reto. Lo malo de verdad es cuando llega el momento de ir al baño, porque todas a la vez no podemos colarnos.
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Hay gente que cuando está de bajón se va de compras. Yo lo haría, pero no sé dónde venden hachas.

Queridos amigos:

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Tengo 2 problemas:

1. No encuentro el mechero.
2. Soy incapaz, in-ca-paz, y mira que llevo un buen rato intentándolo, de meter un listado de enlaces. Por aquello de no tener que buscaros / buscarles cómodamente. Incluso he tratado de copiar en código HTML, el cual yo antes dominaba, de mis otros blogs. Pues nada. Que no lo consigo. Que el mundo se ha vuelto moderno. O mejor dicho. Antiguo. Porque mira que molaba aquello de... "¡Cuidadito con el piso, que lo acabo de fregar!".

Eso sí, me he dado cuenta de que soy una enferma. Tengo más blogs que dedos en... que dedos.

La vida

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Un día, hace mucho tiempo, yo dije: "es que me aburro y no lo aguanto". Entonces alguien me contestó: "es que pides demasiadas cosas a la vida". Pasaron los años, me acostumbré a conformarme con menos. A asumir que la vida no tiene por qué ser tan divertida. Y después de tantos años de entrenamiento, he terminado aprendiendo que de aburrimiento nada. La vida no te aburre por mucho que tú quieras, lo que aburren son las frases ajenas.

Masacre

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Cuando era pequeña, bastante pequeña, lo suficientemente pequeña como para que tu siguiente hermano que ahora sólo te lleva 6 años, por aquel entonces me llevara 3 generaciones, vivía en un mundo poblado por Pipi Calzaslargas, E.T. y muchas cosas más. Entonces un día, le robe a 0,23, o sea, mi hermano, su cassette para grabar el sonido de aquella fantástica serie sueca, directamente desde la tele. Y lo hice sobre una cinta, la que estaba dentro, de Kaka de luxe.

Al día siguiente, después de volver del colegio, me encontré con que todos mis muñecos tenían los ojos cubiertos por una espesa y asquerosa capa blanca. Mi hermano, a modo de venganza, les había echado un spray.

No sé cómo terminó aquella cinta, ni siquiera me importó. Mi hermano y yo jamás hablamos del tema. Pero el descubrimiento de que aquellas pupilas de plástico, aquellos ojos tan logrados y tan muertos, de la Nancy, la Leslie, el barriguitas y el travisieso eructitos, no me iban a volver a mirar jamás, supuso para mí el descubrimiento de que hasta en la peor masacre puede existir alivio.

Intimidad

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He enviado un fax a todas las revistas del corazón para que respeten mi intimidad. Ha surtido efecto porque no me ha contestado nadie.

Remordimientos

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Esta mañana tenía una sensación de lo más extraña. Todo me incomodaba. Era como si hubiera hecho algo terrible la noche anterior, algo de lo que ahora me arrepintiera. Hasta que en la radio han dado las diez, y han dejado de sonar unos cantos gregorianos.

Atardecer en Ópera

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Me siento en mi balcón a leer. Mi perra duerme, aún mojada del baño que se ha dado en la fuente de la plaza de Oriente. De vez en cuando levanto la vista y observo el movimiento en la calle. Parejas pasean. Un hombre solo cruza la calle mientras lame (cómo me gusta ese verbo) el cucurucho de su helado. Un hombre negro y vestido con un traje hecho como de relates llamativos, cruza en su bicicleta, con un saxofón sujeto entre las piernas. La calle se va silenciando poco a poco. Sigo leyendo. Me llega el olor de un galán de noche. Busco en los balcones cercanos para localizar la planta pero no la encuentro. Sigo leyendo. Al cabo de un rato me despierto sin saber muy bien dónde estoy. Mi libro se ha caído y está tirado encima de un coche. Bajo corriendo a recuperarlo, y cuando llego, el coche se ha ido, y con él mi libro. Me doy un paseo siguiendo la única dirección posible que ha tenido que seguir el coche, y me lo encuentro. Tumbado sobre la carretera. Aplastado. Caliente. Pero con la postal que hace de marcapáginas ahogada aún en su sitio.

Muda

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Mmmm...

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¿Alguien tiene algo de suelto?

Escombros

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Cuando era pequeña, se derrumbó un edificio entero que había cerca de mi casa. Recuerdo que cuando vi los distintos pisos desnudos, sin paredes, me invadió una extraña sensación. Me gustó esa versión a tamaño real de una casa de muñecas, tan decadente. Podías ver las distintas habitaciones desde la calle, la vida de gente como con las tripas fuera. Había un dormitorio con las camas hechas. Un cuarto de baño de baldosas blancas relucientes, con un espejo. Y recuerdo sobre el espejo una bombilla encendida. A veces el caos y el desorden me gustan tanto, que lo contrario me parece más cercano a la falta de vida.